Vengo cabreada. Molesta. Saco humo por las orejas cual Fiona de Shrek. ¡Al chisme! Tengo una amiga, una amiga cuyo estado de ánimo suele ser tirando a bajito y quiero que me lo recojas. Una amiga de las que se quejan y mucho. Una amiga que vive cómoda y plácidamente en ese lugar que se ha construido a base de no querer ver nunca las cosas buenas de su vida. Y resulta que yo soy esa amiga que la ha escuchado e intentado no juzgar ni invalidar lo que me cuenta, a pesar de tener una visión diferente de la vida, y qué demonios, no entender muchas de las cosas que me cuenta.
Y en estas que está pasando por un momento chungo con ansiedad y gran tristeza. Otro. Pero como se suele decir, eso no se ve reflejado en el día a día que comparte en redes sociales: va a conciertos, fiesta el fin de semana, gimnasio, teatro, cenas… Ponga aquí todas las actividades sociales y lúdico festivas que se le ocurran. Pero no está bien. Se lo compro. Ya sabemos que una cosa es lo que una ve desde fuera y la otra es como el otro lo vive. Yo la veo haciendo cosas guais con una sonrisa de oreja a oreja, y ella me dice que su vida es un gran mierdón.
Sigue leyendoHoy vengo a desnudarme un poco, porque creo que todos hemos pasado alguna vez por una situación de la que no estamos especialmente orgullosos. La cuestión es que un día tomé una decisión que pensé que había tomado desde la reflexión y el amor propio, aunque luego, según una amiga, fui ayudada por el último eclipse de aquel año, uno cuya característica principal era el de cierre de etapas, incluidas las de relaciones personales. Y yo pensando que había sido yo solita…
Pero vamos a la chicha, sí señor, al salseo, a lo que nos va, a lo que hace que leer esto merezca la pena. Para que tú no hagas lo que hice yo. Y para que yo no caiga otra vez en lo mismo.
Hace ya unos años conocí a alguien que ni fu ni fa. Y cuando digo que ni fu ni fa es que ni guapo me parecía. Pero era sumamente divertido. Ágil de mente. Y a mí, que soy una risas, que me hagan reír y que sean inteligentes, me enamora. Sin risas y buena conversación no hay atracción, eso es así. Sigue leyendo
Suelen decir que un niño trae un pan bajo el brazo. A mí más que un pan, el Señor Alvin me trajo otro tipo de regalito: el hipotiroidismo. Llegó unos meses después de dar a luz y se quedó conmigo para quedarse. Para siempre. Forever.
En realidad el hipotiroidismo es una enfermedad de esas catalogadas fáciles puesto que hay una pastillita que complementa el trabajo pobre de la tiroides enferma. Lo complicado aquí son dos cositas: el diagnóstico y el ajuste de la dosis.
El diagnóstico es complicado porque lo realmente fastidiado de esta enfermedad es que llega sin grandes alteraciones, se va apoderando de ti sin que tú te percates de ello. Van ocurriendo cambios, ¿pero qué tiene eso de anormal? La única constante de la vida es el cambio, dijo Heráclito de Éfeso. Sigue leyendo
Sois muchos quienes habéis leído el post que escribí sobre alergias a raíz de un susto que nos dio mi hijo pequeño de 3 años. Ese tipo de susto que una familia de alérgico no quiere tener nunca. Ese tipo de susto en el que de pronto te ves con una inyección de adrenalina en la mano. Ese tipo de susto que te hace pensar que puede pasar lo peor, aunque en ese momento guardes la calma y mediques a tu hijo con pulso firme porque en ello le va la vida.
Soy madre.
Soy madre de dos hijos.
Soy madre de dos hijos alérgicos.
Soy madre de dos hijos multialérgicos.
Eso es: Madre de dos hijos multialérgicos. Esa soy yo.
¿O debería de decir los mejores? Quizás porque tengo debilidad por los números impares o quizás porque he estado más receptiva y he encontrado muchos regalos en un día en el que no esperaba ninguno…
¡Agosto! ¡Vacaciones! ¡Se acabaron los campamentos de verano para el Pequeño Flanagan y Señor Alvin! y ¿ahora qué? ¿qué hago con ellos mientras trabajamos sus adorables papás? Pues jugarán, pintarán, se bañarán en la piscina y…verán dibujos… Muuuuchos dibujos.
La verdad es que solo de pensarlo me pongo mala, pero luego recapacito y pienso…
¿Pero se puede saber cuántos dibujos animados veíamos nosotros de pequeños? Porque si me pongo a pensar…se me ocurren unos cuantos. Y yo hubiera jurado que no veía tantos como los niños/as de ahora…
¿A quién no le gusta pintar en una pizarra? Yo creo que todos de pequeños hemos sentido la necesidad imperiosa de pintar sin parar y escribir tonterías en una pizarra de las de toda la vida, la de tiza. De hecho, ¿quién de vosotros en edad adulta es capaz de resistirse a dibujar cualquier cosita en una pizarra de tiza? Sí, lo reconozco, yo soy de esas mamá abusonas que cuando juegan con sus hijos en la pizarra la monopolizan. De hecho, no sé quién ha jugado más con la pizarra del Pequeño Flanagan y Señor Alvin, si ellos o yo. Ains, por eso es uno de esos cacharritos que tanto me gustan.
Hoy vengo con otro cacharrito especial de los que tanto me gustan: la cinta de casete.
¿Quién no ha tenido una?